domingo, 7 de febrero de 2010
Por un bicentenario sin exclusiones.
Carlos Ruiz Rodríguez
Universidad de Santiago de Chile
En el año 2010 se conmemorará el bicentenario del inicio de un proceso que no estaba claro ante los ojos de sus contemporáneos. Desde luego, no puede hablarse de bicentenario de la independencia de Chile ni cosa parecida, ya que en 1810 sólo una minoría soñaba con la emancipación de España. Desde el presente, podemos emitir juicios históricos acerca del desarrollo y los alcances del ‘hecho emancipador’. Estas reflexiones parten desde un análisis a partir del presente, ‘mirando hacia atrás’.
La mera celebración de hazañas militares (y bastantes desastres) sería vana palabrería, “oratoria hueca al pie de los monumentos”, si no hay un correlato entre el símbolo y la realidad. No se debiera una vez más repetir el ritual de levantar monumentos yuxtapuestos de héroes que se mataban unos con otros: la historia no debiera seguir siendo un cambalache donde están Valdivia con Lautaro, y O’Higgins con Carrera y Rodríguez.
Cuando las celebraciones históricas las produce una sociedad inmersa en una mentalidad que llegó a plantearse “el fin de la historia”, es por algo. Cuando el Estado español lanzó la iniciativa de celebrar el Quinto Centenario en 1992, había intereses muy ‘contemporáneos’: crear un clima favorable a que los ‘descubiertos’ mostrasen preferencias por las inversiones de los ‘descubridores’. Desde 1992 pareciera que la xenofobia española anti (hispano)americana estuviese en crecimiento, paralelo a las curvas de crecimiento de la inversión de las empresas energéticas, viales e industriales con sede en Madrid. Acabado el discurso de la ‘hermandad colombina’, las visitas de reyes a sus ex-colonias, las ferias sevillanas, no pocos españoles comunes y corrientes demostraron con luctuosos crímenes que los aparatos ideológicos de esa potencia no se habían propuesto precisamente fomentar una convivencia fraternal, ni siquiera sana, entre los dispersos hijos de la “Madre Patria”.
El contexto de las celebraciones chilenas del 2010 no parece ser muy diferente del de las de 1992. Ahora se trata de legitimar el discurso de una ‘chilenidad’ surgida hace doscientos años, a partir de una Independencia. No debiéramos extendernos en demostrar que este país ha tenido una emancipación muy relativa en algunos aspectos, y que carece de autonomía en la mayoría de las decisiones. Hoy mismo vivimos la “segunda conquista española”, a partir de la creciente gravitación del gran capital español, que llega a interferir en las decisiones políticas que toma el Estado. En distintos momentos de su historia, este pequeño Estado ha estado bajo la mirada vigilante de las potencias extranjeras.
LEER MÁS: http://www.mapuexpress.net/?act=publications&id=3324
En: Los historiadores chilenos frente al Bicentenario. Santiago, 2008, pp. 429-435.
Etiquetas:
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Prof. Ruiz:
ResponderEliminarLeí su comentario en mi blog. Posiblemente el sistema de Blogger no le notifique de la respuesta que dejé en mi propia página, así que adjunto el link correspondiente: http://tex-tsarzosa.blogspot.com/2009/03/formacion-y-desarrollo-de-la-identidad.html
Respecto al tema del bicentenario, concuerdo plenamente en que se está conmemorando una fecha cuyo significado se asigna desde el presente y se asume como el hecho fundacional de Chile como república independiente, siendo que en aquel momento no se le otorgó dicha valoración. Por otra parte, antes de entrar a la universidad tuve ocasión de vivir en Madrid, por espacio de casi 2 años, y llegué a la conclusión de que el concepto de "Madre Patria" es algo que sólo existe entre los latinoamericanos, ya que para la mayoría de los españoles no nos mira de modo fraterno; más bien somos como hijos ilegítimos. De vuelta en Chile, muchos solían preguntarme cómo se consideraba al chileno en España, a lo cual respondía que la mayoría no se molesta en individualizarnos, sino que a todos los latinoamericanos nos consideran "sudacas" por igual, salvo aquellos que ni siquiera saben qué es Chile o dónde se ubica y aquellos que si conocen y tienen a argentinos y chilenos en mejor estima que a otras nacionalidades, en virtud de la idiosincracia y también por la recepción que estos países dieron a los exiliados de la Guerra Civil.
Saludos,
Richard Sarzosa S.